La
creatividad em las organizaciones
Un enfoque pragmático
Juan
Rodrigo
director
de ATICO asesoría en creatividad
atico@sarenet.es
El
término creatividad es tan confuso que hace referencia, al menos, a
cuatro o cinco fenómenos diferentes. Y hay cerca de 400
definiciones de la palabra.
Una
capacidad... Una habilidad... Una característica sobresaliente en
algunas personas especiales... Un proceso... Una disciplina... Un
nombre... Y un adjetivo.
Es
un término tan resbaladizo que los propios psicólogos advierten
que la creatividad es mucho más fácil detectarla que definirla.
Por
eso podría parecer mucho más fácil intentar avanzar sin ocuparnos
de su definición. El riesgo de esta decisión es que seguiremos
manteniendo una definición implícita, y como lo que pensemos sobre
y de la creatividad determinará nuestro acercamiento al fenómeno
creativo, mejor será delimitar el espacio de eso que llamamos
creatividad.
Podemos
pensar en la creatividad como una capacidad innata, que se
desarrolla en mayor o menor medida, y que depende en su desarrollo y
en su aparición y expresión de múltiples factores, algunos de los
cuales están identificados y definidos.
Es
la capacidad de encontrar, imaginar y definir lo nuevo,
que se realiza mediante procesos mentales que se han denominado
divergentes, y que implican formas de pensar donde el alejamiento de
lo conocido y la suspensión del juicio, - la valoración diferida
– son elementos centrales.
No
tiene nada que ver con musas, con inspiraciones, ni – por lo que
se conoce – con extrañas características de la personalidad. Si
hubiera algo determinante, serian la constancia, la motivación y la
voluntad. Venimos con el programa instalado. Hay que activarlo.
Basándonos
en todo ello, podemos acordar una definiciones tentativa, amplia
y con intención eminentemente operativa: “La capacidad de
producir resultados mentales nuevos y útiles, - ideas – en un
campo determinado, y orientados a la consecución de un objetivo.”
Depende
de lo que Guilford denomino Pensamiento Divergente y que seria “La
forma de pensar que utilizamos para plantear y resolver problemas de
los que no conocemos la solución.”
De
ahí podemos rescatar los dos rasgos que mejor nos pueden ayudar a
dar un enfoque pragmático al conocimiento sobre la creatividad.
Crear
es pensar. Producir ideas. Producir
resultados mentales desconocidos hasta entonces.
La
creación es un acto finalista. El
proceso - el acto de creación, más concretamente -, es una
actividad intencional. Voluntaria.
Se
hace por quien quiere y cuándo quiere, y dentro de un campo
determinado.
Esas
dos afirmaciones, nos permiten analizar y hacer operativo y útil el
conocimiento sobre la creatividad y el fenómeno creativo.
Dos
premisas que tratan de propiciar un cambio de enfoque en el
acercamiento a la creatividad.
Pensar
en la creatividad desde una perspectiva pragmática, supone
focalizar la visión hacia lo que podemos hacer para que esa
capacidad se desarrolle y se manifieste.
Pero
sobre todo supone concentrar
la atención en cómo podemos utilizar lo que conocemos sobre la
creatividad, para lograr los objetivos de innovación y cambio que
nos propongamos.
Supone
adentrarse en el hacer creativo, en el entrenamiento de habilidades,
en el desarrollo de capacidades, y en el manejo de los métodos, técnicas
y procesos disponibles para ayudar y propiciar la labor de creación,
de generación de novedad y utilidad.
Y
supone concentrar el foco en la aplicación práctica, sobre la
realidad cotidiana, del conocimiento actual sobre la capacidad y los
procesos de creación de los individuos, los grupos, las
organizaciones, las culturas y las sociedades.
Supone
hacer con la creatividad, con la capacidad de pensar ideas nuevas y
útiles, lo que esa capacidad puede aportarnos. La creación de las
nuevas realidades.
Desde
luego, este enfoque cuestiona toda tentativa de tratar de fomentar
la creatividad en las organizaciones con unas pocas horas dedicadas
alguna vez a reflexionar o motivar sobre las formas divergentes de
pensar.
Y
duda de la eficacia de esa serie de “juegos artificiales”, que
se hacen una vez en la vida y que supuestamente nos activan de
manera mágica no se sabe qué mecanismos ocultos.
La
creación tiene mucho que ver con el juego, con el juego mental, con
el ambiente y el entorno lúdico, con el cómo si, con el supuesto...
pero no es un juego.
En
mi opinión, el desarrollo real de la capacidad creativa en las
organizaciones, en las personas y en los grupos, se hace practicando.
Y
practicando, si es posible, en el área de trabajo en que después
esa capacidad entrenada se aplicará de forma cotidiana.
Por
supuesto el conocimiento de los principios básicos sobre la
creatividad ayudará al desarrollo de la capacidad de crear en las
organizaciones.
Y
no cabe duda de que cualquier acercamiento que se haga con seriedad,
ayudará al desarrollo de la creatividad - de la capacidad de crear
- de las organizaciones.
Pero
lo evidente es que la creatividad sólo se manifiesta cuando se
crea, y que crear es hacer. Hacer pensamiento. Hacer ideas.
Plantear
problemas. Y encontrar soluciones.
Que
la forma de integrar mecanismos, técnicas y habilidades, es
ponerlas en práctica, aplicándolas.
Y
que esa es la mejor forma de aprender, entrenar y desarrollar la
creatividad. Practicando con la capacidad de crear.
Por
supuesto, son determinantes las características personales o
grupales de quien va a crear, como lo son los conocimientos del
campo en que se desarrollara la creación, o las influencias
positivas o negativas del ambiente o del entorno en que la creación
se produce.
Pero
esas dimensiones determinantes de la creatividad ofrecen poco margen
para la intervención a corto y medio plazo para el desarrollo de la
creatividad, (de la capacidad de creación) o de la propia creación.
De
las cuatro dimensiones propuestas por Mel Rhodes en 1.961 para el
estudio y comprensión de la creatividad. – Proceso, Persona,
Producto y Ambiente – es el Proceso el que ofrece mayores y
mejores posibilidades de actuación.
Porque
el proceso creativo es reproducible a voluntad.
Podemos
ensayarlo. Podemos practicarlo. Y podemos hacerlo sin esperar a
desarrollar largos periodos de aprendizaje, a experimentar difíciles
caminos de cambios actitudinales, o a la transformación de
criterios y valores en las organizaciones que pretenden crear.
En
el proceso, en la practica con las operaciones, los métodos y las técnicas
disponibles para la creación, tenemos el elemento de palanca capaz
de iniciar y propiciar los cambios, y de actuar sobre el ambiente y
el entorno próximo de forma inmediata.
Además,
nos ofrece un instrumento de medida más eficaz que los tests
disponibles para medir la Fluidez, la Originalidad, la Flexibilidad,
la capacidad de Elaboración, o la Sensibilidad y Orientación al
objetivo.
Sabemos
que hemos aprendido algo cuando somos capaces de hacer algo que no
éramos capaces de hacer antes de aprender lo que aprendimos. O
cuando lo hacemos mejor.
Y
en la realización, en la ejecución del saber y del poder, en el
acto creativo, tendremos la demostración y la medida del
aprendizaje.
Si
creamos, si somos capaces de desarrollar procesos creativos eficaces
y productivos, tendremos la demostración del aprendizaje realizado.
Y
tendremos al mismo tiempo el mejor instrumento para la eliminación
de bloqueos, el cambio de mentalidades y el cambio de las personas.
La
experiencia de la creación es una experiencia transformadora.
Quien
la vive nunca más vuelve a ver la realidad como algo inamovible y
dado, porque comprende que somos nosotros quienes controlamos la
producción de la realidad en que vivimos.
Si
queremos crear, incluso si queremos organizaciones más creativas,
tenemos que ponernos a ello. Tenemos que ponernos a crear.
Tenemos
que propiciar y facilitar los medios y los momentos para la ejecución
de actos de creación.
Reconociendo
el carácter intencional del acto creativo, y propiciándolo
intencionalmente.
Al
servicio de estos procesos de creación hay disponibles métodos y técnicas
de probada eficacia, y de ejecución accesible para cualquier
persona de inteligencia normal, o para cualquier grupo previamente
cohesionado y entrenado.
Y
existe suficiente material para el entrenamiento y desarrollo de las
capacidades, factores y habilidades que propician la creación.
Desde
el entrenamiento de la percepción, hasta la realización de
conexiones inusuales o infrecuentes.
Las
técnicas son sistematizaciones de los procesos y habilidades
mentales que entran en la creación.
Utilizándolas,
entrenaremos y desarrollaremos esa facultad, esa capacidad que todos
tenemos para transformar la realidad, con la incorporación de lo
que nunca había sido pensado, de lo que nunca había sido dicho, y
de lo que nunca había sido propuesto ni descubierto.
Por
supuesto serán los cambios culturales los que hagan permanentes y
estables los valores y los hábitos propiciadores para el desarrollo
de la creatividad de las personas, de las organizaciones y de los países
y las regiones.
Pero
en los procesos de formación y entrenamiento encontramos elementos
aceleradores para ese cambio cultural.
El
reto está delante de todos nosotros.
Podemos
ver como los cambios nos alcanzan y nos adelantan, haciéndonos
correr sin parar para no quedarnos demasiado atrás.
O
podemos convertirnos en propiciadores y generadores de cambio y de
novedad, haciendo que la realidad se ajuste a nuestros deseos y
objetivos.
La
decisión es nuestra.
Como
lo es la de propiciar y fomentar la capacidad creativa de las
personas y de las organizaciones.
Con
algo más que palabras.
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