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La expresión dibuja huellas en sus juegos de creación
Angela Ridao
Arteeducadora argentina
aridao@ciudadtandil.com.ar
“Vive en el verdor que asoma a través de la
nieve, vive en los crujientes tallos del moribundo maíz de
otoño, vive donde vienen los muertos a por un beso y en el
lugar al que los vivos envían sus oraciones. Vive en donde
se crea el lenguaje. Vive en la poesía, la persecución
y el canto. Vive en las negras y en la apoyatura y también
en una catata, en una sextina, y en los blues. Es el momento que
precede al estallido de la inspiración. Vive en un lejano
lugar que se abre paso hasta nuestro mundo”
Clarissa Pinkola Estés
La expresión es afloramiento del ser que con ansias de humanidad
brota de distintas maneras, sumergiéndose tanto en lo profundo
y como asiendo lo próximo. Siendo inmortal descansa en el
instante efímero de la creación para dejar huellas
que atestiguan su paso. Desarrollo vital de generaciones que recurren
poéticamente al acto de invención de significados
y sentidos existenciales.
Expresión etimológicamente proviene de exprimere,
y significa hacer salir presionando. El sentido originario es un
movimiento que surge desde el interior hacia el exterior (T. Motos,
1996) Es decir este movimiento proviene desde lo oculto, íntimo
y privado de cada ser, juega con los lindes del alma, el corazón,
la mente, pujando a través de formas que se dibujan de existencia
en la realidad.
Pero… ¿Dónde está? ¿Dónde
vive?
Se puede decir que es una especie de fuerza que pasa por procesos
que van desde la vida a la muerte y recobran la vida, en un movimiento
giratorio dentro del cosmos. La expresión también
puede imaginarse como una incubadora, que aprovecha las vibraciones
del organismo y las resonancias para transformarse en algo, es fuente
de luz, y a partir de esta energía se abren caminos hacia
el infinito. Las miles de visiones, escuchas, formas de decir, de
palpar, de olfatear, de gustar, de moverse, se conjugan en cúmulos
de emociones y sentimientos que dan lugar al máximo punto
del éxtasis creativo encontrando su vía regia en la
expresión.
Esta se expone como conjuntos de ideas, impulsos, sentimientos,
recuerdos, conocimientos, impresiones, que propician momentos y
procesos en los que se liberan figuras, motivos, que se revelan
en múltiples y disímiles productos creativos.
Cuando el ser humano da salida a aquello que vive en su interior,
su exposición a la luz se transforma en un espectáculo
interesante de ver. Las huellas que deja no son más que plasmaciones
materiales y virtuales en el mundo concreto, el espacio se llena
de presentes vividos, de momentos que hacen historia, de retazos
de instantes que atestiguan la vida. Niños, adolescentes,
adultos, ancianos legitiman una forma de ser y existir que deja
marcas en el espacio y en las líneas del tiempo, para descubrir
o develar lo esencialmente humano.
Huellas primitivas
La primera expresión humana es el primer sonido que se produce
al nacer. Este acto marca una huella que indica un hito, planta
al hombre en el mundo (en el sentido de instalarse). Expresión
conciente o inconciente, natural o refleja pero nos da cuenta de
que el ser se abre al mundo, reclamando atención haciendo
un llamamiento a su humanización. El sentimiento de amor
proferido por el ambiente desde los primeros contactos es esencial
para dar respuesta a dicho llamado.
A partir de allí y en los sucesos temporales comienzan a
tejerse habilidades, desarrollar capacidades, comportamientos y
actitudes. Cada día que pasa el ser va registrando en su
mundo interno aquellas acciones que realiza y las respuestas que
acontecen, en su memoria se graba aquello que le da placer y lo
que no, aquello que juega entre el deseo y la decepción.
Esto se convierte en juego vital, fascinante, misterioso, que conduce
a conocer el entorno y al si mismo, por ejemplo llora y alguien
se acerca para su atención, su juego se repite una y otra
vez y la experiencia le va dando los indicios que le permiten ir
variando el repertorio de su llamada, por que a su vez encontró
un referente externo que hablo, actuó y se expreso de distintas
maneras ante cada llamado.
Estas manifestaciones que van apareciendo se van combinado y complejizando
dando lugar al aprendizaje, ello ocurre porque la expresión
va dejado huellas en la memoria, las cuales están cargadas
de emoción y afecto. Con el paso del tiempo se apela a este
arsenal para ir logrando nuevos matices en los planes, logrando
así nuevos saberes.
El hombre primitivo cuando comienza a habitar el suelo terrestre
busca explicaciones de lo fenoménico, o sea, de las manifestaciones,
imágenes y visiones que se le aparecen, por esta razón
encuentra en la expresión “formas de decir y hacer”
que dan cuenta de cómo interpreta el mundo y se comprende
a si mismo dentro de él. Desde diferentes espacios de su
ser intenta constatar lo que supone, su curiosidad lo transporta
a encontrar verdades.
La creatividad emerge como urgencia, las sensaciones, percepciones
e ideas le permiten atribuir significados a esto que muestra el
mundo externo. La acción se genera sobre la materia prima
ofrecida por la misma naturaleza, su mente y sus manos moldean formas
que exteriorizan una cosmovisión. Estas formas expresivas
dejan huellas que testimonian el origen de la faz artística
humana, surge la poética la cual gesta diferentes formas
de hacer y decir sobre el mundo ante sí, como es sentido
y vivido desde su centro energético, y desde su alma.
Estas huellas marcan y definen un destino, acontecimientos que
dejan enseñanzas para generaciones que se suceden unas a
otras en la rueda de la historia, este fenómeno echa andar
un movimiento concatenado de sucesos con diferentes variantes expresivas
en el circuito temporal.
Todo el acontecer recorre las estaciones del alma donde lo filogenético,
lo arquetipal, lo ontogenético deja sus vestigios, generando
sensaciones físicas, recuerdos corporales, imágenes
mentales que pueblan de recuerdos y experiencias, la mente por medio
de las resonancias psíquicas y espirituales dan forma a una
multiplicidad de productos expresivos y creativos, que van desde
lo simple y primitivo hasta lo complejo, complicado, ininteligible,
abstracto. La producción adquiere gradualmente correlato
en la otredad, como la mirada del “ otro” que refleja
señales que dan cuenta del si mismo, adquiriendo sello propio,
identidad, particularidad, dentro de un contexto existencial. La
red vincular y relacional se extiende de manera dinámica
y constante y como expresa Barra Ruatta “Es imprescindible
una nueva formulación y edificación de los modos relacionales
de los seres humanos entre sí, de los seres humanos con los
demás seres vivos y con la totalidad de la naturaleza”
La humanidad se instala en el mundo, y desde la otredad va organizando
procesos que lo llevan a determinar una sociedad, una cultura que
le dan carácter identitario y le aseguran pertenencia y permanencia
por medio de las tradiciones que se legan entre generaciones.
Los seres tejen tramas y redes temporo-espaciales, aventurándose
a expresar de múltiples y diversas formas; sus productos
son una amalgama constituida de informaciones recibidas del mundo
externo por medio de las sensaciones y percepciones que van impresionando
(aquello que resuena afectivamente y adquiere sentido y significado,
lo cual torna esta información en perdurable y transferible
a múltiples situaciones), las cuales son elaboradas en el
mundo interno de cada ser, así aparece un juego de decodificaciones,
codificaciones, recodificaciones, que en el interjuego de la divergencia
y convergencia llevan al surgimiento de productos creativos que
se expresan en el mundo de la cotidianeidad y la extracotidianeidad.
Las huellas expresivas como improntas poéticas
La palabra crear, creatividad deriva del latín "creare"
que significa: engendrar, producir. Está emparentada con
la voz latina "crescere": crecer.
La palabra poética/co esta íntimamente vinculada a
la palabra creación, del latín poéticus y del
griego poietikós, los derivados póiesis, poietés,
póiema y poietikós se fueron especializando progresivamente
en el campo de la creación literaria, para acabar significando
preferentemente "poesía", "poeta", "poema"
y "poético", los griegos entendían que el
poeta debía ser considerado el hacedor por antonomasia, y
su obra, la poesía, la obra más noble, la auténtica
creación. El diccionario de la real academia dice con respecto
a la palabra poesía, género de producciones del entendimiento
humano, cuyo fin inmediato es expresar lo bello por medio del lenguaje.
Además la poesía, en esencia puede encontrarse y percibirse
en una obra pictórica, musical, escultórica, etc.
y según su propio sentido etimológico de creación,
está en la concepción misma de toda obra de arte.
Después de esta exposición etimológica se puede
decir que el valor poético de la creación se relaciona
con la posibilidad que posee el ser humano de producir, hacer, crecer.
O sea, lo poético es una manera a la que el hombre puede
acudir para descubrir, comprender, moverse, producir o engendrar
nuevas formas en el tiempo y espacio, las que traducen diferentes
expresiones del acontecer de la experiencia humana que revela su
propia condición, su destino.
El valor poético de las huellas expresivas se erigen como
parte de la evolución del ser en la búsqueda del camino
que lo forma como creador. Para lo cual el sujeto tiene que sumergirse
en su interioridad, descubrir su corporeidad y espiritualidad desde
otra mirada, una mirada extracotidiana, una forma no habitual de
ver y creer en las cosas. Esto deja espacios intersticiales para
proyectar imágenes, ideas, sentimientos, emociones, conocimientos
que hacen a la construcción de una matriz artística
(E. Pavlovsky) que da sentido y significado a dicha formación.
Si nos remitimos al juego infantil encontramos las primeras huellas
expresivas del ser que reflejan lo anteriormente dicho, porque el
infante salta de la realidad cotidiana para trascenderla hacia nuevas
formas donde lo imaginario y lo fantástico cobran vida, donde
la realidad que se gesta en el espacio lúdico, se maneja
según el antojo del grupo de juego, allí ponen en
acto todo lo que se sabe acerca del mundo, se inventa y juega con
la incertidumbre, con aquello de lo cual no se puede dar cuenta
pero que ronda la mente, inquietando. El niño es un artista
en potencia, porque crea mundos paralelos a la cotidianeidad y expresa
con libertad su ser integro.
Lo extracotidiano impregna las formas de decir a través de
múltiples manifestaciones, Johan Huizinga (1968) dice “
El juego está fuera de la disyunción sensatez- necedad;
verdad-falsedad; bondad-maldad […] La belleza del cuerpo humano
encuentra su expresión más bella en el juego. En las
formas más desarrolladas se halla impregnado de ritmo y armonía.
[…] Alegría, gracia, ritmo, armonía son dones
más nobles de la facultad de percepción estética
con que el hombre esta agraciado”
El juego es libertad, es creación y re-creación que
se hace visible en representaciones animadas. La creación
acontece en el acto de liberación, a través de la
acción se libera al cuerpo, a la mente, al alma, a los sentimientos,
a la imaginación y el sujeto va descubriendo posibilidades
y limitaciones en la expresión y comunicación.
Lo poético como forma de expresión extracotidiana
encuentra su mayor reservorio en el juego, en el arte, en los sueños,
en el trance, en la ensoñación, en la fiesta, y porque
no también en la ciencia y la tecnología. Todo, la
conformación de la vida interior, como la vida exterior constituyen
las revelaciones que el espíritu humano encuentra para materializarse
y dejar sus huellas en el espacio y en el tiempo como especie universal.
Lo poético va impregnando y acompañando la vida, orientando
el camino de una existencia plena de sentido.
En los primeros pasos el ser se contacta con su cuerpo, como objeto
inmediato a conocer y decodificar; el lenguaje poético gradualmente
lo impregna, el movimiento se convierte en poema, este absorbe las
sensaciones corporales, les otorga armonía, les da coherencia
y de alguna manera se sintetiza como metáfora (E. Matoso,
1996) El cuerpo pasa a ser lenguaje para expresar la belleza, la
que es considerada como código estético abierto a
la interpretación del sujeto y de los otros como espectadores.
El cuerpo se vuelve poema, imagen y lenguaje se conjugan en una
unidad dinámica para comunicar algo; todo el poema surge
como estructura metafórica que sirve de apoyatura para que
su flexibilidad se canalice, el poema brinda contención para
que la imagen segmentada del cuerpo de lugar a otra que pudo soltarse
en el tiempo efímero de la lectura, así imagen corporal
y metáfora se fusionan (E. Matoso, 1996). E. Matoso dice
“El lenguaje poético redefine, redimensiona y contextúa
constantemente el lenguaje. Produce el mismo efecto de desestructuración
que la máscara y a su vez reestructura en la metáfora
esa otra máscara. No hay posibilidad de acción humana
sin máscaras, ni lenguaje sin metáfora. La metáfora
es la máscara del lenguaje que lo mantiene vivo en un proceso
continuo de estructuración y desestructuración de
imágenes poéticas.”
El cuerpo como creador de metáforas expresa de manera poética
lo que sucede en la existencia humana, dan cuenta de las interpretaciones
de los hombres dentro de su contexto, en la escena aparecen las
representaciones de imágenes cargadas de sentido afectivo
a través de códigos semánticos. Pero esa existencia
no se da en soledad, sino en relación con el otro y los otros,
lo cual lleva a construir la otredad, expresada en el punto anterior
de este texto. El acento está puesto en dos aspectos, por
un lado, el encuentro con otra persona, contacto, sentimiento (comprensión),
apertura a otro ser y por otro lado, comprenderse a sí mismo
a través de la conducta del otro (J. Grotowski)
La poética vital permite conocer el cuerpo e ir descentrándose
hasta trascender los límites de lo concreto para acceder
a nuevas dimensiones de lo abstracto. Lo loco, lo fantástico,
los azaroso, lo metafórico adquiere coherencia impregnando
el alma de emociones tangibles de ser comprendidas y simbolizadas.
Conclusión
Las huellas de la expresión que se dibujan desde el origen
y primeros días, refieren a cosas del ser y a cómo
se organiza los procesos de humanización.
Todos los desarrollos de presencias surgen desde lo que H. Maturana
(1993) llama la constitución de la conciencia corporal, la
conciencia individual y la conciencia social. Su origen se halla
en los vínculos primarios de encuentro entre seres humanos,
sostenidos por la emoción fundamental, el amor, esta es la
marca que acompaña al ser desde sus primeras manifestaciones
y orientan en la constitución de una personalidad autónoma
para gestar un destino. H. Maturana expresa “ El amor es la
emoción que constituye el dominio de aceptación del
otro en coexistencia cercana con uno. Sin un desarrollo adecuado
del sistema nervioso en el amor como es vivido en el juego, no es
posible aprender a amar, y no es posible vivir en el amor. O, en
otras palabras, el desarrollo adecuado de nuestra conciencia individual
y social, así como el desarrollo adecuado de nuestras capacidades
emocionales e intelectuales, y particularmente de nuestra capacidad
para amar, con todo lo que esto implica, depende de nuestro crecimiento
en el juego y de que aprendamos a jugar a través de la intimidad
de nuestras relaciones de aceptación mutua con nuestras madres
y padres”
El juego planteado como expresión orienta al ser a encontrar
significados al mundo, las acciones que se ejercen en él
se inscriben en la mente, en el espíritu como hacedoras de
saberes. Estos sentimientos emociones y acciones son tan importantes
como la fuerza que luchan por la vida en detrimento de las fuerzas
que acercan a la muerte, ellas dan sentido a la existencia de todas
las generaciones.
La multiplicidad de expresiones crean huellas que dan cuenta de
la evolución humana como especie, y como evolución
personal y social actualizada de generación en generación.
Nos dicen cómo: la gente madura; las culturas se enriquecen
y consolidan; se aprende las relaciones con el pasado referido a
la adquisición de saberes ancestrales; se adquiere el valor
ético social y los valores culturales; como así también
se transita por la discontinuidad (Cottle1981) que acerca al hombre
a lo nuevo, a los cambios, a la mutación, a las rupturas
e innovaciones permitiendo ir en sentido contrario a la estereotipia;
lo cual va marcando cómo cada descendencia logra la independencia,
la autonomía e identidad como grupo social y cultural. La
innovación, la creación, la re-creación son
parte de la rueda vital de la humanidad, la cual inscribe huellas
en el tiempo y espacio que definen el destino planetario.
Bibliografía
Barra Ruatta Abelardo (s/f) Filosofía de la otredad: educar
para la diferencia. URL http://www.unrc.edu.ar/publicar/cde/Barra%20Ruatta.htm
Cottle Thomas (1981) Cap. “Descubriéndose a si mismo
a través del juego” del Libro “Los años
postergados” de Piaget J y otros. Ed Educador. Barcelona
Grotowski Jerzy (1970)“Hacia un teatro pobre” Siglo
XXI editores . México
Huizinga Johan (1968) Homo Ludens Ed Emece. Bs. As.
Matoso Elina “El cuerpo, territorio escénico”
Paidós Buenos Aires 1996
Pavlosky, E. Kesselman H. “Espacios y Creatividad” Buenos
Aires, Búsqueda, 1980.
Pinkola Estés Clarissa (2003) “ Mujeres que corren
con los lobos” Ed. B Grupo Z Buenos Aires
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