MUNDOS COMPARTIDOS   

 

Aprender a reir- Un proyecto de payasos sin fronteras en Guatemala

Clara Boix
Jule García

Equipo pedagógico – artístico de Payasos sin Fronteras en Guatemala  

urratxa@terra.es

Aterrizamos en Guatemala con una pesada maleta que costó hacer despegar desde nuestra Europa, llena de “expresión”, “creatividad”, “humor”, “educación” “desarrollo comunitario”... Aterrizamos en un país del que muchos dicen que es delos más ricos en paisajes y culturas de Centroamérica, y aterrizamos en un país que acaba de dejar atrás 36 años de guerra, pero una guerra que no ha existido... ¿cómo se puede expresar alguien sobre la historia reciente de su comunidad si lo que ha pasado no ha existido? ¿cómo puede alguien mirar hacia delante, reír, ilusionarse, cuando el día - día de demasiado tiempo ha sido la masacre, la persecución, el silencio? 

-“Que vienen las payasitas”- Tuvimos serios problemas al principio por que para muchos participar en nuestros talleres era algo impuesto desde La Pastoral Social, donde creían que solamente iban a aprender a hacer el payaso, ponerse la nariz y hacer algo que allí hacen por la calle los llamados payasos de la calle y que está muy desprestigiado... ¿Qué traemos? ¿qué hemos venido a hacer? y lo que es más importante ¿qué podemos hacer? 

Hemos llegado hasta aquí dos personas, ambas con formación en Educación Social, y una especializada en Pedagogía de la Expresión, Teatro Social y Clown. Venimos para seis meses, como el equipo “pedagógico – artístico” que ha de dinamizar el proyecto de “Aprender a reír”. Este proyecto surge como demanda desde la Oficina de La Pastoral Social del arzobispado de Guatemala (OPSAG) a Payasos sin Fronteras. La Pastoral es como la rama social dentro de la iglesia y su función es trabajar los aspectos sociales con la comunidad. Para ello desarrollan principalmente diversos programas de formación y capacitación para promotores, educadores, maestros y líderes comunitarios con el objetivo de que sean multiplicadores en sus comunidades respectivas, y así con un objetivo más general, que sería intentar reconstruir el tejido social y crear espacios participativos para la gente, que la gente, las comunidades, puedan volver a ser protagonistas dentro de toda la historia de Guatemala. 

Se solicita a PsF apoyo en el ámbito de la educación no formal con herramientas pedagógicas procedentes de las artes escénicas, insisten en que se capacite a sus formadores en el uso de la comicidad como herramienta pedagógica. Estamos embarcados en un proyecto claramente piloto, ya que nunca se han aplicado estás técnicas de esta manera en Guatemala, e incluso para PsF es la primera experiencia de proyecto tan largo, una intervención artístico – educativa dentro del marco desarrollo comunitario. Trabajaremos en comunidades rurales y barrios periféricos de Sacatépequez y Guatemala sin recursos, económicos, educativos y culturales. 

En La Pastoral se trabaja en 5 áreas: Salud y sida, Educación, Desarrollo económico y organizativo, Desastres y Niñez y familia. Nosotras habríamos de trabajar en cada área y con los grupos que estaban capacitando en cada una de ellas, con el objetivo de dar a conocer lo que se puede hacer en Pedagogía de la Expresión y del Humor, y Teatro Social, y reforzar a nivel educativo la intervención que se están realizando los equipos de La Pastoral. Y también era un diagnostico para ver cómo funciona, qué impacto y qué resultados tiene una propuesta como ésta a nivel de las comunidades y la población. 

Abrimos nuestra maleta... Muchas de nuestros disfraces se tendrían que reubicar, nos teñimos de muchos de los colores de este país, “educación popular”, “rescate de la alegría”, “cultura de paz”, “incidencia política”, “de construcción de la violencia”... Día a día hicimos nuestro trabajo, grupo a grupo, más que formar fue dialogar con cada grupo, encontrarnos, nuestro bagaje con su bagaje, nuestra experiencia y la de ellos... No llevamos un discurso, si no una acción que dimos para ellos, que compartimos. Día a día con una cercanía que no marcó diferencias y permitió que todo el mundo encontrase su espacio en el taller. 

Fuimos con las naturales dudas de hasta qué punto este proyecto iba a funcionar en Guatemala, una realidad tan diferente y tan dura, aún inestable, de violencia y de estado psicológico posterror. Y hemos encontrado una respuesta muy viva. Los datos objetivos dicen que llegamos a trabajar entre 20 y 40 horas con 20 grupos, entre lideres comunitarios, educadores, maestros, jóvenes e incluso en ocasiones comunidades al completo: cuatrocientas y pico de personas. Pero los números recogen tan mal la experiencia como cualquier grupo de palabras con que intentásemos describir la selva guatemalteca, los volcanes, o la riqueza cultural de estas tierras. 

Son imágenes lo que se nos vienen para querer expresar lo que allí ocurrió. Son las mujeres, que comenzaron riéndose a escondidas, tapándose la boca y terminaron riendo a pulmón abierto, agradeciendo nuestra risa, que decían contagiosa. Tanta gente que no se tocaba ni se miraban y al final se abrazaban, se besaban... O son las verbalizaciones, las reflexiones tras un taller de teatro imagen, en que ellos se cuestionaban su posicionamiento ante el borracho tirado en la calle, o ante las violaciones: el silencio, el pasar de largo. O es aquel compartir la comida de toda una semana en una sola cena de agradecimiento a nuestro tiempo compartido. O quienes con una amplia sonrisa te decían que se sentían de nuevo con ganas de participar, como años atrás cuando había ganas de transformar la sociedad. La gente pedía más. Cada día ha sido un viaje emocional, intenso, para nosotras, para ellos... 

Al final estas son las cosas que quedan... las huellas que ni el tiempo ni el devenir del futuro borrará. Lo que nosotras recordaremos, lo que esta gente guarda... Huellas en el corazón. 

Pero técnicamente también hay mucho que decir. Entre los educadores de Guatemala con los que hemos trabajado resultó que si bien vinieron con idea de conocer unas técnicas que les iban a servir para aplicar a los alumnos, se vieron envueltos en un proceso personal, grupal y social, para aplicar desde su propia experiencia a su contexto de trabajo. Cuando decimos personal y grupal en Guatemala es importante por que después de 36 años de guerra uno de los problemas es que la gente está muy condicionada por esto, a nivel de salud mental, de desconfianzas, de miedos, de no expresarse, de no compartir... Los talleres generaron un espacio de encuentro entre gente que llevaba años trabajando juntos pero que no se comunicaban entre ellos. Y muchas de las preocupaciones en las escuelas no se compartían y se vivían de una manera muy solitaria y muy competitiva. 

Por otro lado encontramos la posibilidad de hablar de temas que son muy duros en Guatemala desde otra perspectiva, la de la expresión y el humor. La gente se encontraba que podíamos hablar de situaciones muy duras y poder reírnos de ello, y el buscar soluciones, de verlo más positivamente. Cuando alguien está mal lo ve todo negro, las soluciones negras, pero al estar bien mediante la pedagogía del humor, podemos entrar en la violencia, que allí es cotidiana, tratarla de maneras más positivas, con visiones más abiertas, y buscar los cambios que hay que realizar a nivel social y personal, no solo ver lo que está mal en el país. Se analizaba también lo que uno tiene que cambiar: esto ocurre por lo que yo no hago, por lo que yo me callo, por lo que dejo hacer, por lo que dejo de reivindicar... es así un análisis personal y social, interior y exterior. Era recuperar las capacidades de la propia persona, hablar poco hablábamos, eran ellos mismos los que hacían su proceso, de la acción después se hacía la reflexión y de volver a pensar la nueva acción para su contexto particular. Es un trabajo vivencial el que proponemos, y desde esta vivencia hacemos un análisis de ese cambio personal hacia el cambio social, un análisis pedagógico. 

La gente llegó a reflexionar que todo el mundo lleva un payaso dentro y se redescubrían, se sorprendieron, haciendo reír a otras personas. Era gente que hacía años que no reían, o que no jugaban. Había gente de 45 años que nos decía: -ésta es la primera vez que juego, y encima no sólo me divierto, también aprendo, y crezco, crezco yo y junto a la comunidad-. Nos encontramos en comunidades con grupos que estaban muy enfrentados entre ellos, y para los talleres se juntaron desde niños de tres o cuatro años hasta abuelos de 70 años, jugando todos juntos, haciendo el taller, entonces a parte de pasárselo bien juntos. Todos participaban, y se respetaban, por encima de las edades. E indirectamente salieron temas de la comunidad, de conflictos entre ellos y se generaba mucha unión de grupo. Fue importante entonces para La Pastoral, que con nuestra intervención participamos mucho a nivel de impacto en las comunidades. La gente vivía una experiencia de taller o capacitación positiva, que eso también abría posibilidades a otras capacitaciones, por que muchos habían tenido experiencias negativas, de rollo o de no entender... abría otros espacios de intervención a La Pastoral. 

Es necesario contemplar también como el refuerzo de las actuaciones que desde PsF se trajeron hasta Guatemala es muy importante. Por allí pasaron estos meses las compañías Trup de Nassos, Pallassos Perillasos, Circo Perlinpinpin Jordi Fábregas y La Repera. Tras el trabajo de los artistas es un buen momento de receptividad para comenzar a trabajar. Nuestros trabajos se apoyan mutuamente para alcanzar algo más global, más integral. Supone siempre una buena guinda y refuerzo para todo cuanto intentábamos hacer surgir en los talleres, la alegría, expectación, explosión... Donde esto se nota muy especialmente, sobre todo, va a ser en las comunidades, donde estas actuaciones de artistas fueron una buena tarjeta de presentación y dinamización comunitaria. Es un impacto rápido y que además permite la fiesta para esta comunidad. 

Y queremos resaltar también lo especial que ha sido la convivencia en nuestro pisito con las compañías. Hasta once personas nos llegamos a juntar, y las cenas eran un importante momento de compartir experiencias, puntos de vista... Nos enriquecíamos y crecíamos de la experiencia de los demás. Temas que cuando se retorna a España y al quehacer cotidiano, a veces son muy difíciles de articular y compartir en la organización, aquí eran nuestro tema e conversación. Este mutuo enriquecimiento todos hemos sido consciente de que también ha tenido un efecto multiplicador para nosotros, que al retornar se ha ido palpando. En las organizaciones de desarrollo y cooperación con el tercer mundo, como en tantas otras de intervención socioeducativa, cuestan los momentos de compartir en caliente. No son las sesudas evaluaciones si no a cena al final del día en que te escucho y me escuchas, me sorprendes, me interrogas, me cuestionas, aprendemos... El piso de Guatemala, en la zona 5, ha sido un importante centro de reflexión y crecimiento para PsF. 

Sobre este pequeño piso no podemos pasar deprisa. No sólo es nuestra vivienda durante los seis meses en Guatemala, ni el centro de operaciones de PsF en Guatemala y ese punto privilegiado para compartir. Este piso es un piso en una de las zonas pobres de Guatemala, es un piso abierto, por donde han pasado cantidad de guatemaltecos, ha sido una apuesta por vivir cerca de la gente y sin ostentosidades. Y esto es algo que los guatemaltecos nos lo han valorado muy positivamente, sorprendidos de que los cooperantes estén en zonas más pobres de la ciudad, más de riesgo, y en el riesgo de ser unas más entre ellos. 

Una apuesta importante era el trabajo con los propios capacitadores de La Pastoral. En el poco trabajo que hicimos pudieron ver cual era el impacto del trabajo que habíamos estado realizando. Hubo muchos problemas para que podrían asistir a nuestros talleres, pero ellos evaluaron que habían perdido la oportunidad de vivir esto para su proceso. Aquí empiezan a surgir las razones para continuar este año el trabajo. También los maestros nos demandaron poder continuar la formación, y con el compromiso de convertirse en multiplicadores de todo esto por el sistema educativo. Éste es un modelo tradicional y dogmático que no está dando respuestas a las necesidades de los chavales y de los adolescentes, y a las necesidades sociales. Los maestros veían en el trasfondo de nuestras propuestas un horizonte de trabajo pedagógico que les alimentaba mucho. 

Nuestra corta experiencia dentro de las aulas nos permitió ver a unos adolescentes que no se conocían entre ellos, no se conocían ni los nombres, se excluían y se autoexcluían, era violencia. Y la labor de la maestra solo llegaba a la contención, pero muchos maestros encima quieren dejarlo por sentirse desvalidos, sin fuerzas y sin saber qué hacer. No podemos saber si en verdad este camino ayudará lo suficiente, pero al menos hay maestros que por aquí han atisbado una luz y tienen ganas. 

También trabajamos con educadores no formales y con jóvenes artistas que en su labor intentan tener una perspectiva social. Algunos de estos eran jóvenes menores de 18 años que trabajan con otros chavales y adolescentes de “maras”, éstas son bandas juveniles violentas que roban, asesinan y aterrorizan. La gente en Guatemala está trabajando por la transformación social, y ya saben reír en realidad, y expresarse: son otras maneras de expresarse. Pero en una sociedad aún muy insegura lo que hemos sorprendido es el haber brindado nuevos espacios de expresión. Se han implicado muchísimo, por que hay mucho con lo que comprometerse, mucho que cambiar en el país, y en cada uno. Se valoró siempre lo nuevo, la nueva perspectiva en educación, y el hecho de que las reflexiones finales siempre las hicieron ellos, que nosotros nunca les intentamos llevar por un camino. Y les gustó la facilidad con que podían ponerse a aplicar esto, y así lo hicieron rápidamente. Pero sobre todo facilidad de recursos frente a propuestas que les suelen llegar cargadas de necesidades de materiales. Trabajábamos desde el cotidiano, los elementos de su entorno. Tenía un gran impacto un taller de tres horas que realizábamos a partir de una hoja de papel, cargado de vivencias y descubrimientos personales y grupales.

Guatemala está viva, tiene sus intervenciones y sus profundas raíces teóricas y prácticas. De la misma forma, lo que hemos hecho allá cada día no es distinto del trabajo que realizamos aquí. Los talleres son los mismos, los descubrimientos son paralelos, las ganas y perspectivas son similares, el impulso y corazón puesto y recibido por animadoras y participantes en cada taller es el mismo aquí y allí. Precisamente lo hermoso ha sido el punto de encuentro, el mestizaje. En pedagogías que se basan en modelos participativos y en Teatro Social es precisamente desde estos países desde donde nos han llegado muchas aprendizajes a Europa. Nosotras no llegábamos con nada nuevo. Conectábamos fácilmente precisamente por lo desarrollado que está allí la Educación Popular, en seguida entraban, como decíamos, en fuertes niveles de reflexión, implicación y compromiso. Pero es un sentir allí la fuerza teórica de la Educación Popular, pero lo escasamente que se consigue conectar a veces con las personas, con las comunidades, así lo escuchamos en el congreso de Educación Popular. La participación es una base, pero cuesta, y nosotras sorprendimos con caminos indirectos por los que todos participaban sin darse cuenta y con implicación. Éste ha sido el gran mestizaje y reencuentro. Y también hemos visto a gente que incluso conocía las técnicas de Augusto Boal del Teatro del Oprimido con los que solamente hemos realizado un camino de reencuentro y reconocimiento de lo que hacen: es un apoyo. En cualquier caso nuestro trabajo les ha ayudado a liberarse de muchos de los miedos que ellos portan previos y que transmitían en sus intervenciones, hemos sido un impulso en su proceso e crecimiento personal, siendo esta la más importante herramienta que un educador tiene para afrontar la labor educativa. 

Para nosotras Guatemala fue un regalo, por todo lo aprendido, y así se lo transmitíamos cada día. 

Y hablando de mestizaje es necesario hacer una reflexión sobre nuestro propio equipo. Para todo el mundo cuando pensaban en que venían los de PsF se imaginaban en unas payasas, que además vendrían vestidas de payasas, y pensaban en hombres. Se les iban rompiendo cantidad de esquemas. Nosotras sin embargo les ofrecimos talleres en los que se fueron metiendo sin problemas y por encima de sus prejuicios sobre los payasos. El nuestro era un equipo de intervención socioeducativa, un partenariado artista – pedagogo, una mezcla de la expresión y la pedagogía, del klown y el educador, de la creatividad y el humor con la educación social. El trabajo principal está hecho desde la pedagogía de la expresión, pero siempre buscábamos reencontrarnos con la alegría y las emociones. En los talleres se mestizó el humor y la expresión, desde la necesidad que una sociedad como la guatemalteca tiene de construir una nueva cultura de paz y alegría. Fueron seis meses sin ponernos una nariz de payaso, pero éramos las “payasitas”, dicho por ellos con mucho cariño, para nombrar algo difícil de explicar, una rica vivencia difícil de poner en palabras, como a nosotras nos ha ocurrido a la hora de intentar contarlo. 

Y volvimos de Guatemala dejando allí mucho. Nos esperan, hay trabajo que terminar, y amigos que volver a ver. Nuestra maleta pesaba de nuevo, llena de experiencias que reencontradas allá, mestizadas, que ahora hay que compartir aquí, con tantos grupos con los que seguiremos haciendo lo mismo: proponer trabajos y encuentros vivenciales desde la expresión y el humor para que las personas continúen sus procesos de crecimiento personal, y continúen los procesos de crecimiento grupal, en definitiva intentar dejar huellas que perduran. 

Clara Boix
Jule García

Equipo pedagógico – artístico de Payasos sin Fronteras en Guatemala

LA RISA COMO FRUTO DE LA METODOLOGÍA DE LA EXPRESIÓN 

Cuando reír redimensiona al ser humano y su dignidad, reír deja de ser una mueca irónica que enfrenta la realidad; entonces, la risa –como forma de expresión- tiene la capacidad de reinventar el mundo y sus circunstancias nutriéndole de esperanza compartida, cargada de compromiso y futuro. De ahí su necesidad, a partir de la reflexión. 

Así puede resumirse la experiencia de vivir una parte del proceso de encuentro y desencuentro sociopsicopedagógico a través de la metodología de la expresión. 

Desde la toma de conciencia hasta la sistematización y viceversa, hemos podido redescubrir el profundo sentido que tiene la metodología de la expresión  y la cooperación, cuando es capaz de interpretar y sumarse a la causa de otros, desde y hacia el contexto histórico de una población, un país, una cultura. Ahí la reflexión sobre su riqueza. 

Cuando la forma como se provoca, se comparte, se expresa y se construye la risa, no es otra cosa que fruto de un proceso –individual y colectivo- y no el mero alcance de un objetivo, cuando eso ocurre, nuestra interpretación de la vida y cómo la celebramos –riendo- genera una fuerza liberadora y propositiva. Ahí su capacidad metodológica y oportunidad de cambiar los comportamientos, es decir, su intención y su hecho histórico. 

Así lo vivimos, así lo compartimos, así... con todos y todas, hasta llorar... de risa. 

Después de 36 años de “guerra no declarada internacionalmente por el Estado” –una de tantas maneras de silenciarnos-, cuando el Estado ejecuta la estrategia de “pacificar” a todo un pueblo  mediante masacres, genocidios y etnicidios, cuando la “participación democrática” se reduce a votos que fortalecen a los partidos políticos y las elecciones “libres”, cuando estás democráticamente obligado a elegir a quienes te han coartado la libertad, y la comunidad internacional aplaude esa garantía de “paz y la democracia”, cuando el terror sembró silencios y nos reservamos la voz para salvar la vida, cuando nos obligaron a callar lo visto, ignorar lo oído y escuchado, cuando el desprecio por la vida nos fue impuesta en los sentidos a través de las masacres, los asesinatos y la tortura, cuando quisieron acabar con la resistencia y la solidaridad, se percataron de que “podrán cortar todas las flores, pero siempre volverá la primavera” y la risa, continuó siendo nuestro mejor recurso frente al terror, el horror, la ruptura del tejido social y la desconfianza. 

Una sociedad pluriétnica, multicultural y plurilingüe –la guatemalteca- que habita en alrededor de 108,000 kilómetros cuadrados, tiene el doble de muertos y desaparecidos como resultado de una política de Estado, dirigida contra la población civil, a través de un proyecto político-militar que preserva e intenta garantizar los privilegios de unos pocos, frente a las necesidades y la vida de muchos. 

Pero quien tiene una necesidad, tiene un derecho, por eso acogemos el derecho de redescubrir diferentes formas de expresión como proceso, por eso no nos negamos la risa y la oportunidad que nos abre a la expresión, el  reír, va más allá de interpretar la vida “a veces como comedia, a veces como tragedia” porque rescata, proyecta y redimensiona al “ser” muy a pesar, a veces, de su “estar”, para demostrar y demostrarnos  que a pesar de tanta violencia, no pudieron arrancarnos la ternura... por eso reímos, lloramos, soñamos y necesitamos de la risa, para apostar por el futuro, para “deconstruir” la violencia –es decir, desde, con y para  ella misma-, para reconstruir la confianza, para reinventar el mundo y sus relaciones, la cooperación, la solidaridad y la vida... porque no renunciamos a ese derecho.  Y  vos,  ¿por qué no reís? 

César Estuardo Meléndez Cardona
Coordinador de programas de la oficina de
Pastoral Social del Arzobispado de Guatemala.
Guatemalteco enamorado –alumno-  de las “payasitas” 

(Artículo publicado en el nº 19 de la revista ÑAQUE Teatro Expresión Educación. www.naque.es)

(Más información sobre las actividades de Payasos sin Fronteras en www.clowns.org)

 

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