MUNDOS INSPIRADOS   

Trabajos Inútiles - Cuentos  

Diego Parra Duque

asesor de creatividad

acuantola@hotmail.com

TRABAJOS INUTILES 

El hombre se despierta y ve a su recuerdo dormido junto a él sobre la almohada. Lo pone debajo del colchón, y el recuerdo salta y le hace guiños. La atrapa con la aspiradora, pero el recuerdo sale por el cable del enchufe y le sonríe acomedido. Lo tira a la basura y se escapa en forma de aroma de tierra mojada, de tabaco y de vino, de lluvia en la ventana, de árbol, de madera. El hombre lo pisa con su zapato y el recuerdo se arruga y se tapa los ojos que luego se abren, condescendientes. El hombre, ya frustrado, se da por vencido y lo mira de nuevo, durmiéndose en la almohada. 

Nada qué hacer, el hombre sigue enamorado. 

TIMIDEZ 

La mujer se sienta, como todas las mañanas, en la esquina de la barra. El mesero llega. Antes se detiene para fijarse con ambas manos la línea del peinado. Se da la vuelta y, como todas las mañanas, le pregunta indiferente qué se va a beber. La mujer responde, como todas las mañanas: 

-“ Un café con leche “.- 

El mesero, como todas las mañanas, va elevando la jarrita para hacer que la bebida reciba más espuma. La mujer enciende un cigarrillo. El sigue su marcha. Ella le mira las caderas, como todas las mañanas. 

El mesero pasa frente a ella más de las veces necesarias. Le sonríe, como todas las mañanas. Ella apoya el codo sobre el borde de la mesa. Arruga el ceño y lanza una mirada en diagonal hacia ninguna parte. Suelta una bocanada de humo y hace como si estuviera pensando algo sumamente interesante. El humo se eleva y va formando fantasmas en el aire, como todas las mañanas.

Ella se pone de pie. Paga y se despide, como todas las mañanas. No lo mira. La puerta se cierra de golpe.  

-          “ Mañana sí le digo “- piensa él, levantando la taza manchada de labial. 

Ella se arregla la blusa en el reflejo del vidrio y se va alejando cabizbaja. Como todas las mañanas. 

 

AMISTAD 

Casi siempre se despierta a deshoras. Nos saluda y se ríe, se acerca a nosotros. Nos habla cosas que no entendemos. Sin embargo nos quedamos mirándolo y le damos la mano. A veces nos gusta jalarle las orejas y verlo reír; tirar de las puntas de sus dedos, reírnos y estrujarle la nariz, viendo cómo comienza a batir sus brazos. Luego agita todo el cuerpo con gran excitación. Entonces se ríe, nos mira y grita; nos ponemos contentos los tres, o los cuatro, dependiendo de cuántos de nosotros estemos presentes ese día. Por lo general en ese instante,  el de mayor excitación, entran sus padres. Lo miran. Piensan en mil cosas. Le cambian los pañales. Lo mandan a dormir. Entonces nos vamos yendo nosotros también, pensando que algún día, tal vez demasiado tarde,  acepten que los amigos imaginarios sí pueden existir. 

 

INDECISIÓN 

El escritor consagrado – seis premios internacionales de novela y ensayo, traducciones a quince idiomas – apaga su computador lanzando un suspiro de alivio. Su trabajo de varios años ha llegado al final: novecientas páginas cuidadosamente escritas. Tres tomos que contienen todas sus memorias. De repente entra en un dilema. Si las publica antes de su muerte pueden tildarlo de egocéntrico. De excesivamente arrogante. De solemne. Incluso se llega a cuestionar sobre las bondades comerciales de esta iniciativa. Por otro lado, si las publicase después de su muerte, el éxito estaría automáticamente garantizado. Pero:  ¿ y quién disfrutaría de él ? El escritor consagrado no tiene ni esposa, ni familia, ni hijos. Tampoco tiene novia. Una amante temporal sería su única beneficiaria, en caso de postergar la publicación de las memorias hasta después de su muerte. ¿ Qué hacer ? Publicarlas antes le parece una locura, también. Se pone a caminar de un lado a otro por la habitación. Va al baño. Decide lo segundo: de esa manera por lo menos alguien se verá beneficiado con su fama. Prende el computador para leerlas por última vez antes de que sus memorias pasen a la posteridad, mientras se va tomando una a una, todas las pastillas del frasco. De repente un sentimiento extraño se le instala justo en la boca del estómago: porqué razón el fruto de sus años va a terminar beneficiando a una persona casi desconocida ? El escritor consagrado va borrando, uno a uno, los archivos. Así van desapareciendo cada uno de los cuarenta y seis capítulos de sus maravillosas memorias. Por la manera en que se siente, ya es demasiado tarde para disfrutar de ellos en vida. Capítulo treinta y tres. Capítulo treinta y cuatro. Capítulo treinta y cinco. Una sensación rara le comienza a invadir todo el cuerpo. Justo cuando está borrando el último capítulo se va quedando dormido lentamente, sobre la mesa, para siempre. 

 

UN CAMBIA QUE DESCUBRIMIENTO LA HISTORIA 

El científico se introduce en la tiempo del máquina  y muchos de investigación años después,  cuenta se da que realmente en cortes imprecisos,  discontinuos, alternos,  el  corre tiempo. Por ello le confieren el del dos mil doce,  premio Nobel,  y decide su mamá: dedicarlo a su única mujer.  En  memorable ceremonia,  diciendo agradece a todos aquellos que esforzado hallazgo inspiraron aquél, por desconfiar, con lúcida inocencia, en el  tiempo espejismo del falso continuo. 

 

“ DONDE HABRÉ DEJADO YO ESOS BENDITOS PAPELES ”  ( Poema ) 

Si reconstruyo los hechos, me acuerdo que

Salí del baño, me puse el pantalón, la camiseta

Y me fui a la cocina, me serví un vaso de jugo

Y dejé las llaves al pie de la tabla de cortar el pan.

Dónde habré dejado yo, esos benditos papeles.

 

Talvez los recogió la muchacha, que trabaja

De por días en la casa y se llama Marlene,

Que tiene un lunar en la mejilla derecha y cuando

Da vueltas por la casa recoge mis cosas y las guarda.

Dónde habré dejado yo, esos benditos papeles.

 

Talvez se los comió Ramirito, que ya tiene ocho

Meses, pero no sabe lo que come;

Acaso ya se encuentren en proceso de deglución,

Convertidos acaso, en blanco bolo alimenticio.

Dónde habré dejado yo, esos benditos papeles.

 

Talvez los recogió la abuela, cuya memoria

Ya falla. A veces escarba dentro del cubo de

Basura, recoge papelitos y los convierte en tiritas,

Que corta con tijeras para armar el adorno de navidad.

Dónde habré dejado yo, esos benditos papeles.

 

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