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Rodrigo Quirós-García |
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Me gusta el río
me gusta el río que camina con afán y no reclama
lo miro acomodarse con sencillez y maestría a su destino
no se le ve tenso ni inventando paradas técnicas de descanso
cuando se va en un abismo se hace cascada fresca y sonora y no suicidio
humedece la vida del ciprés del pájaro y del gusano
es el amante de la luna del éxtasis y el silencio y no lo pregona
El telar
Teje el pez ideas de agua el gusano un abrigo de la dama el sicario la muerte para propios y extraños
el preso amaneceres el filósofo y la madre soltera preguntas y silencios muchas veces no propuestos
urdimbres en sus eras el campesino y la hormiga
la loba y la misionera amores anchos como los años y silentes como acantilados
el político vericuetos para salir del apuro y la periodista versiones y aversiones
tejemos todos unos para pocos otros para siempre
La niña callejera de La Uruca
La niña callejera de La Uruca desayuna miradas lujuriosas en las esquinas de los semáforos mientras vende estampas de santos en su viaje a ningún lado
La niña callejera de La Uruca no conoce el champú ni lleva cuadernos o loncheras con hot dogs
Sus enaguas están tejidas de ausencias con manchas rojas que bajan solas cada mes pues no tiene lavadora ni tendedero de ropa
Perdió los zapatos y la inocencia en un tugurio ajeno repleto de dudas con olor a guaro y a desconocidos
La niña de la calle de La Uruca se tragó sus dientes blancos una noche que soñó cenar acompañada de un vaso con preguntas.
La palabra
desata fácil la sonrisa y enciende el hielo desempolva quimeras y desparrama la felicidad
abre fácil una represa de lágrimas desafía dolores y dudas orada recuerdos y desnuda la inocencia
te puede regalar un desierto o perfumar la aurora de los enamorados abonar de amaneceres el fracaso y provocar ovación en los estadios
según quien la diga quien la reciba
y la mayoría de las veces sin que se diga. |
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