Home    Índice  Editorial  Links "Año del libro"  


 

Magadalena Vásquez

   

 

El despertar

 

Después de tantos inviernos,

primaveras tímidas

y veranos indecisos,

el lápiz se despereza

buscando alguna flor,

algún retoño

que lo llene de verdes,

algún rayo que lo caliente.

 

Las letras se desabrigan

y fijan su mirada

en el sonido,

compañero inevitable.

 

Tímidamente surgen

con la cara sucia

y buscan alguna fuente

donde lavarse dignamente

el rostro.

 

Pierden la vergüenza,

dicen adiós a las vitrinas

y se olvidan de modas

para conquistar la lágrima

desnuda y verdadera.

 


 

Miedos

 

Los miedos llegan de puntillas

y se atraviesan en el beso,

en la comida recién servida,

en la misa del domingo.

 

Llegan como dueños y señores,

sin esperarlos, no avisan

y te descubren desnuda

de mariposas en las manos.

 

Y aunque los atiendas mal, no se marchan,

te exigen su parcela de existencia,

quieren compartir tu café, tu cama,

tu atuendo recién planchado.

 

Luego, cuando ya nadie los espera,

sin necesidad de barajas, ni incienso,

ni amuletos, cogen su abrigo marrón,

abren la puerta, muy despacio

y de puntillas, para que nadie se percate

y se marchan.

 


 

Nostalgia interoceánica

 

Con el corazón

abierto a una ciudad que no me pertenece,

atrapada en la ausencia de una tierra

que me traje a puñados en los labios,

abro mi bolso y encuentro unas flores

casi sin aroma, el abrazo infinito de mi padre,

la nostalgia concentrada en un perfume

que ya es de uso casi obligatorio.

 

Las llanuras infinitas de Castilla,

tan desérticas me violan la mirada,

el verde fue mi desayuno necesario

y aquí se pierde, se escapa,

los ladrillos le han cerrado la puerta,

tantas luces, tantos monumentos solitarios

con las manos extendidas,

desvestidos en otoño, sin posible primavera.

 

Las montañas de mi patria las traigo impregnadas

como besos primerizos, el corazón bañado

de palmeras, de pájaros, de lluvias y de soles

y en esta tierra tan llena de elegancias,

tan perfecta, no encuentro sosiego.

 

¿Qué hacer para quedarme

y llenar de graffiti esta armonía tan turística?

¿Qué hacer con tantas diferencias?

Guardarlas en el bolso, no abrirlo más,

comprar algún perfume que disfrace,

aunque sea por un rato la nostalgia.

 


 

Las historias se repiten

A las mujeres llorando de Picasso

 

La vida es una espiral

con los mismos rostros

donde nos descubrimos

cansados y tristes.

 

No podemos detenernos

a abrir alguna ventana,

ni siquiera tenemos

tiempo de descubrirla.

 

La vida es una espiral

que nos arrastra

sin siquiera permitir

que susurremos al oído

de alguna ave, también

confundida en la dimensión

de nuestro tiempo.

 

La vida es una espiral

y el rostro de Dios

es el único que nos sorprende

de vez en cuando

y nos ilumina

tras la lágrima

que también

corre en espiral

a reunirse con no sé

cuántas lágrimas más,

que solitarias mueren

en la flor.

 

 

Magdalena Vásquez Vargas : Costa Rica, 1961. Profesora de Literatura Española y Didáctica de la Literatura Infantil de la Universidad de Costa Rica. Doctora en Literatura por la Universidad de Salamanca.