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Ligia Barboza |
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A MIS MUERTOS Hoy paseaste tu recuerdo hora tras hora todo el día constante en el quinto aniversario
La vida continúa y tú ausente la vida empuja despierta otros sueños en los que ya no estás viviente.
Siempre tengo lágrimas siempre te envuelve la brisa siempre te arrulla el dolor siempre te mece el mar.
Es un año, otro, en el calendario de hojas caídas de ausencias de recuerdos que se lleva el mar de sueños sin memoria de ir y venir.
Son ya dos y sigues presente cercando los rincones los minutos y la vida.
No te has ido nunca te irás hermana bailarina hermana corazón hermana hermana.
Son ya dos pero fue ayer u sigues presente ensanchando mi cansada memoria.
Nada ha cambiado en esta ausencia acrecentando penas. Nada ha cambiado las guerra se incrementan los muertos también y los inocentes pagan deudas que no tienen y los niños mutilados o muertos siembran los campos de dolor.
Ríos desbordados bosques se queman calamidad, hambre miseria niños sin padres padres sin hijos hombres mujeres todos mueren los viejos también.
Nada ha cambiado hermana: asaltos violencia droga corrupción inocencias perdidas el hombre en bestia se transformó.
La tierra se agota el bosque muere el agua corre veloz sin control nadie la detiene el árbol también muere.
De rojo se tiñó la tierra de rojo el mar las nubes cayeron el sol quema la luna llora de miedo en el mar y ahulla el viento con temeraria voz.
Nada ha cambiado, nada.
Unos tienen mucho clase alta, muy alta otros poco, muy poco clase baja muy baja sin clase roban los que no deben sin piedad y los que deben matan.
Nada puedo hacer, hermana este grito aprieta la garganta porque no hay oídos para escuchar.
Nada ha cambiado, nada y yo estoy cansada, muy cansada.
¡Qué horrible huracán ensombrece el planeta ¡
CLEMENTINA.
Sólo te conozco porque te trajo el viento pero vives lejos muy lejos detrás del sol.
Sólo tienes treinta y cuatro un marido para utilizarte con nueve ya pero sólo querías dos.
En abandono total te doblega el pesar con agobios de llantos incapacidad hambre frío sed ignorancia ausencia de voces que toquen conciencias aislamiento total desamparo.
Un camino de tierra y barro recorren tus pies dolidos un hijo colgando y ocho a la par. Buscas salud pan agua fuego sal y una caricia con eco.
Tus pies sí merecen aceites bálsamos perfumes caricias tus mejillas y besos con sabor a montaña no furia salvaje ni posesión brutal.
Nueve detrás un marido ebrio una olla vacía un largo camino ninguna esperanza.
Una lágrima quiero enjugar de tu rostro cobrizo y que sea mi voz la que grite por todas las Clementinas de este universo dispar. Y también lloro Clementina de la montaña madre dolorosa hija de Dios por el pan ausente por tu soledad por las caricias sin eco mujer madre tierna gota de lluvia sin atrapar tarde de celajes aurora fugaz destello paloma en vuelo noche eterna ¿quién te dejó en la montaña a solas con tu dolor?
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